"En general, nada es lo que parece" (A. N. Choa)

lunes, 7 de marzo de 2011

1 - No funcionó



Al final, estoy arrepentido de no haber contratado a otro dudador profesional cuando el primero me presentó la renuncia. Claro, de entrada me pareció que el servicio de decididores express iba a ser mucho mejor: con el dudador, uno le pasaba la duda al tipo, que se quedaba dudando, mientras uno decidía lo primero que se le cruzaba por la cabeza. Con los decididores express, pintaba más sencillo y expeditivo: ante la duda, uno llama por teléfono, y los tipos deciden por uno.

Pero se puede complicar.

Resulta que un domingo fui, como todos los domingos a la mañana, a leer el diario en el bar de Lacroze, y cuando se hizo el mediodía pensé en quedarme a almorzar algo.
Así que le hice una seña a Orellana, el mozo, que se vino lento desde el fondo, y casi sin mirarme me dejó la carta sobre la mesa.
Ahí se me ocurrió hacer uso del servicio.

Marqué 0800 333 decisionesexpress, y del otro lado me contestaron:
- Buenos días, mi nombre es Matías, ¿en qué lo puedo ayudar?
El nombre, y el acento cordobés, me resultaron familiares.
-Necesito que me decidan qué puedo pedir para comer, le dije
-Milanesa de ternera con puré de papas, ensalada mixta, y una jarra de tinto de la casa, me disparó, con una seguridad envidiable.
Corté y pensé: ¡A la flauta, esto funciona!
Llamé enseguida a Orellana, y le repetí el pedido como un loro, pero con firmeza, como si la decisión la hubiera tomado yo, sin ayuda externa. El mozo, acostumbrado a que cada vez que agarro la carta tardo una eternidad en decidirme, levantó la ceja derecha, dio media vuelta, y rumbeó para la cocina.

Mientras esperaba la comida, me entretuve viendo como dos de los muchachos de la barra de Excursionistas jugaban al pool por la ficha.
Ese día los que estaban en el bar eran Pilín y Anchoa. Pilín debe pesar como 150 kilos, y cuando agarra las bolas de pool para acomodarlas en el paño, en sus manos parecen pelotitas de ping pong. Anchoa es flaco, nervioso, y fuma sin parar.
En eso reapareció Orellana, y me dijo:
-La mila, salía con puré, no?
Me dejó helado. Yo le había hecho el pedido sin pensar, para eso tengo contratado el servicio, por lo tanto ni me acordaba qué había decidido por mí el tal Matías.
-Aguárdeme un minuto, le dije, y agarré el celular.
Orellana, al que presumo correntino, compacto y taciturno de pelo azabache, me miró con cierta desconfianza, pero enseguida desvió la vista hacia la mesa de pool y dejó de prestarme atención.
La voz que me atendió no era la misma, pero el acento era parecido:
-Buenos días, mi nombre es Ezequiel, ¿En qué lo puedo ayudar?
-Mire, joven, estoy acá en el bar, hace unos minutos hablé con un tal Matías, yo había consultado para que me decidieran qué pedir para com...Ni me dejó terminar la frase:
- Un cuarto de pollo al oreganato (la parte del muslo), con papas a la española, ensalada de zanahoria y huevo duro, y vino blanco con hielo.
Corté y le trasladé de corrido el párrafo que acababa de oír a Orellana, que a medida que iba escuchando, abría los ojos como el dos de oro.
Al correntino, que es de poquísimas palabras, le brotó una frase rápida, casi sin abrir la boca, con ese típico acento gutural de los litoraleños, que suena tan parecido al de los chinos:
-¡Pero Doctor, mire que está marchando todo lo demás, solamente tenía dudas con el puré!
Envalentonado por la seguridad que me daba el respaldo de Decisionesexpress (más los anises que me había tomado durante la mañana en el mostrador, mientras conversaba con doña Moderación, la encargada), le contesté, reconozco que con cierta aspereza:
-¿De qué puré me habla?, me habrá entendido mal. ¡Hágame el favor, tráigame lo que le acabo de pedir!
Orellana me miró fijo con sus ojos achinados, y mientras giraba para dirigirse a la cocina, masculló algo que no alcancé a entender, pero que me sonó a ciento por ciento guaraní, sin ninguna palabra en castellano.

Un poco molesto por el incidente, traté de distraerme observando la escalera de caracol que había al fondo del local, que comunicaba con el primer piso. Bajaba por el hueco una luz tenue, que a veces cambiaba de color, acompañada por un olor a sahumerio que por momentos se imponía sobre la fritanga que salía de la cocina. De vez en cuando, cuando doña Moderación se aburría de escuchar a González Oro y apagaba la radio, también se podía oír cómo se filtraban desde arriba unos cánticos indescifrables, mezclados con una música como hindú, de cítaras y tambores.

Esta vez Orellana me interrumpió como atajándose, pero a la vez inflando el pecho y alzando la cabeza, mientras descorchaba el vino.
Mire…me dice el cocinero que no queda muslo, que si puede ser pechuga…
Sin siquiera contestarle, manoteé el teléfono, y apreté redial.
Otra voz distinta a las dos anteriores. El mismo acento cordobés:
-Buenos días, mi nombre es Emiliano, ¿En qué lo puedo ayudar?
Dándole la espalda al mozo, y cubriendo el celular y mi boca con el hueco de la mano libre, para que no me escuchara, pregunté, casi susurrando:
-¿Qué puedo comer?
-Ravioles al filetto, con estofado y mucho queso rallado, y una copa de moscato.
Me la vi venir, así que me paré lo más firme posible, y le largué el pedido en la cara a Orellana, casi a los gritos.

El correntino dio un paso adelante, y en un solo movimiento tiró la mesa a un costado, cazó por el cuello la botella de blanco antes de que cayera al piso, y me agarró de la solapa con la otra mano.
Por encima de su hombro ví que el cocinero, tan compacto como Orellana pero el doble de alto, se venía desde el fondo blandiendo esa maza de madera que se usa para amansar las milanesas, como un guerrero vikingo en plena batalla.
Al instante, los muchachos de Excursio, que me tienen cierto aprecio porque de vez en cuando les pago una cerveza, se me alinearon a ambos flancos: Anchoa a mi derecha levantando una silla por sobre su cabeza, y el gordo Pilín a mi izquierda, con el taco de pool empuñado como si fuera un bate de beisbol.
La escena quedó congelada por un par de segundos, como en esas películas modernas donde los tipos se quedan duros en el aire en el medio de una patada voladora, y la cámara da vueltas alrededor.
Ese fue el momento que aprovechó doña Moderación para llegar desde el mostrador, hacerle soltar a Orellana la mano de mi solapa, agarrarme amistosamente por el hombro, y empujarme suavemente hacia la vereda, pasando entre Anchoa y Pilín, mientras me decía:
-Doctor, vaya a caminar un rato por el parque, así se tranquiliza, y por unos días trate de tomarse el anicito en otro bar.

Crucé la avenida a las puteadas, y cuando llegué a la vereda de enfrente, vi que en el balcón del primer piso estaba un barbudo con túnica y collares, apoyado en el cartel de la baranda, que se reía solo mientras fumaba. Por las dudas le hice ese gesto con el dedo mayor que hacen los yanquis en las series de televisión.
Un poco más tranquilo, me paré al lado de la frutería que hay enfrente del bar, y llamé al Servicio de Atención al Cliente de la compañía de telefonía celular, para consultar cuánto crédito me quedaba.

Entonces escuché la voz con acento cordobés que me decía:
-Buenos días, mi nombre es Matías, ¿En qué lo puedo ayudar?

Mecachendié.

--- CONTINUARÁ ---

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6 comentarios:

  1. Hola, William, he empezado a leer y no he parado hasta Erec. Este primer capítulo es muy gracioso, pero como bien dices nada es lo que parece, pues difiere un poco con el tono, menos descabellado, de los siguientes. La lectura ha sido muy grata y mi interés creciente. Los personajes están bien retratados y hay mucho humor por en medio. Es un tipo de lectura muy de mi gusto.

    Continuaré leyendo y comentándote mis impresiones.

    Saludos
    Rafa

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  2. Rafael:
    Se nota que sos un buen lector.
    Efectivamente, éste primer capítulo fue pensado como un cuento.
    Cuando lo publiqué en mi página de Facebook, mis amigos me alentaron a que le diera continuidad a la historia, y aquí estoy, ya por el capítulo 17.
    Te agradezco tu interés y tus palabras
    Un abrazo
    W.S.

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  3. te encontré en neuronas en fuga....
    me gustó mucho, voy a ir leyéndote...abrazo...
    escuchando 02 99 & 1-2\Creedence Clearwater Revival - Fantasy Session_1970

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  4. buenisimo !!!! veo que arrancamos el año con todo, me alegro, y tendremos con que entretenernos, porque la verdad que esto del gran hermano, los noticieros a favor y en contra, a uno no le queda mas que tomsarse una garompa........gracias por esto, un abrazo, Pablo del feis

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  5. Doctor, que grata sorpresa encontrarme con su mundo literario. gracias por invitarme. Carlos Viggiano

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  6. ¡Muy bueno, William! Excelente descripción de la escena estilo Matrix. Como bien dijo en el capítulo de hoy, soy de las que tienen que empezar de cero. Mis respetuosos saludos. Adriana P.

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