"En general, nada es lo que parece" (A. N. Choa)

sábado, 7 de mayo de 2011

10 - Locutorio



-Uy! Qué le pasó al gordito?

Candela estaba de vuelta con la bandeja en las manos.
-Sufrió un percance y tuvo que salir a resolverlo, le contestó Anchoa

La camarera apoyó la bandeja en la mesa, levantó la silla y colgó la bolsita del respaldo, ya sin el salamín.
-Bueno, acá está tu trago. Te dejo la onza con el hielo para que le pongas a tu gusto.
La chiquilina ostentaba una ignorancia supina acerca del sistema anglosajón de pesos y medidas, pero me pareció inútil ponerme a explicarle, y dejé que se quedara contenta y convencida de que había aprendido el verdadero nombre del baldecito que se usa para servir el hielo.
Por lo demás, el resto de los ingredientes estaban correctos, así que le agregué el hielo a ojo, y me mandé un trago.

Pilín, mientras tanto, se había perdido de vista, y supuse que iba a demorar un rato en volver, hasta que se resignara y dejara de perseguir a Erec, así que aproveché para seguir interrogándolo a Anchoa.
-Otra cosa que me intriga es Orellana
-Bueno, tordo, está bien que el correntino es medio rectangular, pero de ahí a llamarlo cosa...
-Quise decir que me intriga que hubiera desaparecido del bar después del incidente, y que hace un rato lo vimos salir como a escondidas.
-Sí. ¿Pero no vio lo que pasó justo antes de que saliera él?
-¿Usted se refiere a toda esa gente?
-Ahá.
-¿No son alumnos de los cursos del instituto?
Anchoa me dedicó una mirada como condescendiente, y sin responderme, me devolvió la pelota.
-Ya me dijo qué cosas son las que le intrigan, ahora cuénteme qué pudo averiguar usted.
-Poco y nada. La encargada se me hace la otaria y me cambia de tema con la excusa de sus dolores de pies. Con el cocinero ni lo intenté, porque yo en croaciano no sé decir ni buen día. Y el pibe de los tangos prácticamente no habla, está todo el tiempo como voleado.
-¡Hablando de Roma! me dijo Anchoa mientras señalaba con la pera hacia la puerta.

Ahí estaba Johnatan, entrando desde la calle, yendo directo hacia el fondo, seguramente para entregarle a doña Moderación la plata de algún pedido que había llevado.
Como vio que yo me daba vuelta para seguirlo con la vista, él giró a su vez la cabeza hacia donde yo estaba sentado, y sin detenerse, se señaló con el índice el oído derecho, de donde colgaba el eterno cablecito, y mirándome con sus ojos vidriosos, me hizo la mímica con los labios: "Mi noche Triste".

-O sea que con el único que no habló fue con el cocinero.
-¿Y cómo quiere que me comunique con él?¿Porqué no le habla usted?
-Yo no puedo. No sé por qué, pero desde que entró a trabajar acá en el bar, me mira con cara de pocos amigos, y encima, el otro día, cuando salimos a defenderlo a usted con el gordo, casi nos vamos a las manos.
-A las manos es un decir. El tipo se venía con el martillo ese de aplastar milanesas, y usted lo esperaba con una silla, como para partírsela en el lomo.
-Bueno, está bien. Lo que le quiero decir es que a mí no me va a dar pelota. Pero tengo una idea.

Le hizo una seña a Candela para que le trajera la cuenta, y se terminó su vaso de cerveza de un trago. Yo me apuré con mi Hesperidina.
Pagó, como había prometido, y me dijo:
-Venga tordo, acompáñeme.

Salió del bar y lo seguí sin preguntar. En el camino me convidó un puñado de maníes que se había llevado en el bolsillo.
Cuando llegamos a la esquina, (no la de la vía, sino la otra), dobló a la derecha, y yo detrás de él.
Caminamos unos metros, y entró en uno de esos locutorios que tienen computadoras. La empleada, que parecía conocerlo, sin que él le pidiera nada, le dijo:
-Pasen por la seis.

Anchoa caminó con las manos en los bolsillos y el pucho en la boca, como siempre, hasta el fondo del local, se sentó en una silla frente a una de las máquinas, ocupando sólo la mitad del asiento, y señalándome la parte que quedaba libre, me dijo:
-Venga, acomódese acá.

Yo me sentía un poco ridículo compartiendo la silla como si fuéramos dos pibes, pero estaba como hipnotizado con la destreza con la que Anchoa manejaba ese aparato.
Escribía en el teclado a una velocidad que casi no se le veían los dedos, y cuando miré la pantalla, ví como, en una especie de casillero aparecía una frase. Pero antes de que pudiera leer lo que había puesto, el tipo apretaba una tecla, y en otro casillero aparecía otra frase, totalmente incomprensible.
Repitió la operación varias veces, hasta que se paró de golpe, con lo que casi me caigo de traste al piso. Se acercó a la empleada, y le dijo:
-Imprimilo y cargámelo a mi abono.

Cuando salimos a la calle, Anchoa me pasó la hoja que le había entregado la empleada del locutorio.
Arriba de todo decía "Google Traductor", y a continuación, había una lista de frases, organizada en dos columnas: a la izquierda en castellano, y a la derecha, la traducción al croata. Ahí me enteré que al idioma no se lo llama croaciano ni croatés, como yo creía.
Sacudí el papel en la mano, y le pregunté:
-¿Y qué se supone que quiere que haga yo con ésto?
-Fácil. Se aprende unas cuantas frases en croata, se acerca al cocinero, le conversa un poco, y le saca la información que andamos buscando.
-¿Usted piensa que yo me voy a aprender esta sarta de palabras que más bien parecen eructos y estornudos, y que encima con eso voy a poder mantener una conversación con el tipo, así como así?
-¡Vamos, tordo, usted es un universitario! ¡No me va a decir que no puede memorizar una hojita de morondanga!, me dijo socarronamente.

Me pareció que el plan de Anchoa era una locura, y que me estaba tomando para el churrete. Pero por otra parte, mi curiosidad era muy grande, y debo reconocer que siempre tuve facilidad para la fonética, así que no le contesté, doblé la hoja en cuatro y me la guardé en el bolsillo.

Cuando llegamos a la puerta del bar, Anchoa me dijo:
-Tordo, usted entre y haga lo que pueda. Yo voy a dar una vuelta por el barrio, a ver si lo localizo a Pilín.

- CONTINUARÁ -

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3 comentarios:

  1. Muero, Dr. por leer esa "hojita". Mi epistemofilia sólo abarca el idioma inglés. Tal vez pueda ayudarlo en ese crucial encuentro con Pillín.

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  2. Como dijo su amigo Alisugomez, yo también muero por saber que dice esa nota......

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  3. No me alcanzaron las uñas para comerme esperando este capítulo, qué hago ahora???
    Sigo con las falangetas???

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