"En general, nada es lo que parece" (A. N. Choa)

domingo, 29 de mayo de 2011

13 – Un Plan



-Seré curioso. ¿Cómo hizo para recuperar el salamín?

El gordo me miró con una cara que era una mezcla de bronca y resignación por partes iguales.
-Tuve que negociar, me dijo, mientras señalaba con el pulgar por encima de su hombro.

Ahí venía Erec, unos metros más atrás, al trotecito, portando en sus fauces un crocante, dorado, suculento, pollo al spiedo. Subió a la vereda, y cuando pasó entre nuestra mesa y el frente del bar, en dirección a la vía del tren, nos miró de reojo, y sin soltar el pollo, nos dedicó una sonrisa triunfal.
-¡Jua! ¡Te salió caro el rescate, gordo!, le dijo Anchoa.

Me costaba imaginarme cómo se habría llevado a cabo semejante negociación, pero no me animé a preguntar más. Ese perro no dejaba de sorprenderme.

-Le voy a pedir a doña Moderación que me lo guarde en la heladera, dijo el gordo, y se fue para adentro llevando el salamín apretado contra el pecho, como para protegerlo de cualquier arrebato

En el camino se cruzó con Johnatan, que salía llevando un paquetito para entregar en alguna oficina. Mientras esperaba el semáforo para cruzar, giró la cabeza hacia donde estábamos sentados, me buscó con la mirada, se señaló el auricular del oído izquierdo, y me hizo la mímica con los labios: "Garúa"

Ahí me di cuenta que cuando me llegó el anónimo, el pibe también estaba adentro del bar, y por lo tanto no habría que descartarlo, aunque, pensándolo bien, habitualmente no pasan por sus manos los platos que se sirven en las mesas, sino más bien sólo el delivery, pero teniendo en cuenta que es el noviecito de la camarera, podría ser que...
-¿Le parece? Yo, al pibe no le termino de encontrar la vuelta
La interrupción de Anchoa me sobresaltó por parte doble: en primer lugar, porque me cortó el hilo del razonamiento; y en segundo lugar, porque una vez más me confirmaba que su extraordinaria capacidad de observación le confiere una especie de sexto sentido que le permite, entre otras cosas, prácticamente adivinar lo que uno está pensando.
-Pero bien podría haber sido él el autor del anónimo, y haberle pedido a Candela que lo pusiera dentro del sandwich

Me sentía un poco incómodo al sorprenderme a mí mismo involucrándome con tanta naturalidad en un diálogo iniciado a partir de un acto de telepatía de Anchoa, pero la curiosidad que sentía era tan grande, que pasé por alto la circunstancia, y seguí adelante.

-Puede ser, tordo. Sería el cuarto sospechoso. ¿Pero sospechoso de qué? A juzgar por el texto de la servilleta, el que lo haya escrito sería más bien una víctima, vaya a saber de qué.
-Es lo que yo le decía hace un rato
-Es verdad. Mire, lo cierto es que acá pasan cosas extrañas, ya hicimos una breve lista. Algunas parecen tener que ver con el instituto del primer piso...
-¿Algunas? ¡La mayoría, diría yo!
-Es verdad, pero los que cada tanto actúan raro son los que trabajan en el bar.
-Sí, mi estimado Choa. Pero recuerde que es como una reacción que tienen en el momento en que paran las luces y la música, que, como usted y yo hemos podido observar, provienen de arriba.

En alguna parte de mi interior, iba creciendo una especie de certeza indefinida. Casi sin darme cuenta, me encontraba dialogando de igual a igual con ese personaje salido de quién sabe dónde, que hasta hacía pocos días era para mí nada más que un barrabrava de Excursionistas, y que se había ido develando como un investigador que poseía una sorprendente intuición.

-Bueno, tordo. Retomando la conversación que veníamos teniendo antes de que regresara el gordo con su salamín, fíjese que en este preciso momento estamos ubicados en el puesto ideal de observación. Lo único que tenemos que hacer es estar atentos y ver si cuando paran las luces y la música, empieza a salir la gente por la puerta celeste, o viceversa, o si ambos hechos ocurren en momentos distintos.
-Pero usted sugiere que nos quedemos acá sentados durante un par de días hasta que pase algo?
-¡Ay, tordo! ¡Tan bien que venía! ¡No me va a fallar ahora! Escúcheme: ¿A qué hora fue que vimos la gente saliendo por la puerta celeste?
-No le puedo decir con exactitud, pero fue a la mañana, casi al mediodía.
-¡Bien! Coincide además con observaciones previas de un servidor. Y dígame: ¿Más o menos en qué horario pudo apreciar los fenómenos auditivo-olfativo-lumínicos que se generan en torno a la escalera de caracol?

Cuando se ponía a hablar de esa manera tan rebuscada me daban ganas de rajarle una puteada, pero me contuve.

-La primera vez que me llamó la atención fue el día del problema con Decisiones Express y Orellana. Yo estaba esperando que el correntino me trajera el almuerzo, así que seguro fue también cerca del mediodía.

-Así es, mi estimado. Entonces, lo aguardo mañana a las 10 y media, aproximadamente.
Esperemos que no llueva.

- CONTINUARÁ -
Safe Creative #0910304800919

3 comentarios:

  1. Pá mí Doc, que Anchoa es un infiltrado. Ya le di me consejo. Usté oserve. Pero no se meta demasiado. ¡A ver si queda engrampao y no me termina la novela!!!

    ResponderEliminar
  2. Alicia:
    Sólo recuerde una cosa: En general, nada es lo que parece...

    ResponderEliminar
  3. Les cuento que el otro día, por un acontecimiento sucedido en el colectivo, me pareció que el chofer de la línea 42 era Anchoa en una misión. Para colmo el 42 dobla por Lacroze...

    ResponderEliminar