"En general, nada es lo que parece" (A. N. Choa)

domingo, 5 de junio de 2011

14 - El cartel





Por supuesto, llovió.

Desde que salí para el bar, empezó a caer una llovizna molesta y persistente
De todas maneras, cuando llegué, me ubiqué como si nada en una de las mesas de la vereda, y, sin cerrar el paraguas, le hice señas a Candela, que estaba parada en la puerta, aburrida, cruzada de brazos, porque no había ni un solo cliente que atender.

-Buen día, tráigame un cafecito, por favor.
La piba, que se había acercado a la mesa dando saltitos como para no pisar ningún charco, me dijo:
-¿No querés ir a una de las mesas de adentro?
-No, gracias, prefiero acá. Está más fresco
Me miró raro. También me miraron raro unas mujeres que pasaban frente al bar. Supuse que les llamaría la atención ver a un tipo sentado en una mesa de la vereda, un día de lluvia, con el paraguas abierto, y con todo el bar vacío a su disposición.

Pero yo tenía mis razones para quedarme ahí. Era mi puesto de observación, como lo había denominado Anchoa, que dicho sea de paso, se estaba demorando, cosa nada habitual en él.

Aproveché la espera para ir analizando con atención todo el escenario, buscando algún detalle que me aportara algún dato útil a la investigación. Mecachendié. Ya estaba hasta pensando como si fuera un detective.

La puerta celeste estaba cerrada, y no se veía luz a traves de los vidrios.
Por la vidriera del bar, se veían dos o tres mesas vacías, la mesa de pool, más atrás la de billar cubierta con envases de cerveza y gaseosas, y más atrás todavía la escalera de caracol, a oscuras. Por la puerta, se alcanzaba a ver al fondo el mostrador, con doña Moderación sentada detrás de la caja registradora, quieta como un maniquí.
A sus espaldas, recortándose sobre la semipenumbra, la luz débil del pasaplatos, a través del que se veía un retazo rectangular de la cocina. La imagen me recordaba a un acuario, con la silueta de Svebor desplazándose hacia uno y otro lado, como un pez solitario.
En el balcón del primer piso no se veía a nadie: solamente el cartel con los anuncios de todos esos cursos, terapias y actividades extrañas.
Al lado de la puerta, había uno de esos carteles municipales de chapa blanca con letras azules. Juraría que nunca antes lo había visto, a pesar de que había estado sentado en las mesas de la vereda infinidad de veces.

-Acá tenés el cafecito. ¿Seguro no querés pasarte adentro?
Candela me había traído el café directamente en la mano, sin bandeja, con el plato tapando el pocillo, como un pequeño paraguas
-No, gracias, estoy bien acá.
Se encogió de hombros, y se fué rápido para adentro, esquivando charcos.

La llovizna no paraba, y Anchoa no aparecía

Intenté hacer más provechosa la espera, tratando de descubrir alguna otra pista, pero una y otra vez mi mirada volvía al cartel municipal. Caí en la cuenta de que la razón por la cual me llamaba tanto la atención, era que esos carteles, que habían sido obligatorios hace muchos años, habían quedado como resabio del pasado en algunos bares antiguos, y solían estar oxidados, y con el esmalte descascarado.
Pero éste parecía flamante, como recién colocado.
Entonces decidí tomar nota de los datos que ahí figuraban. Quién sabe, a lo mejor podían servir para aclarar algún punto oscuro.
Así que saqué del bolsillo interior del saco la libretita que siempre llevo conmigo, y una lapicera de las de antes, a tinta, como a mí me gustan, y, sosteniendo el paraguas entre la oreja y el hombro, para dejarme libres las manos, copié:

Bar, Billares y Despacho de Bebidas
de
F. Pernoglio
Expediente Nº 1238
Ordenanza Municipal Nº 2303/58

Cuando levanté la vista de la libreta, lo vi venir desde la esquina.

Estuve a punto de reprocharle la demora, pero cuando estuvo a unos metros, me di cuenta de que no era Anchoa, sino su alter ego, el Topo.
De lejos era difícil diferenciarlos.
Tal vez no eran tan parecidos en los detalles, pero en conjunto tenían una semejanza que pasaba sobre todo por la actitud. Ya lo había notado el día que fui a buscarlo a Anchoa a la cancha, y vi cómo el Topo lo reemplazó en su tarea de arengar a la hinchada con absoluta naturalidad

Cuando estuvo a mi lado, sin disminuir la velocidad que traía, seguramente para intentar mojarse lo menos posible, sacó de su campera un objeto de color negro, y lo dejó sobre la mesa, mientras me guiñaba un ojo, con su semisonrisa canchera.
Lo seguí con la mirada, y vi cómo cruzaba corriendo el paso a nivel, y doblaba a la izquierda, para el lado de la feria municipal.

Prip! -¿Me copia, tordo, me copia?
-¡Me recontracacho!

No pude evitar el sobresalto. Del objeto que el Topo había dejado sobre la mesa, que parecía un teléfono celular, salió el inconfundible soplido de la voz de Anchoa.

Me llevé el aparato al oído, y le contesté:
-Pero ¿Se puede saber donde se metió, que hace como una hora que lo estoy esperando como un estúpido abajo de la...
Prip! -Apriete para hablar y suelte para escuchar
Yo seguía con el coso ese pegado a la oreja, cada vez más fastidiado
-¿Que apriete a quién?
Prip! -¡Hágame el favor! ¡Sáquese el handy de la oreja y présteme atención!
Le hice caso, y vi que el aparatito tenía un botón al costado. Ahí entendí la instrucción de Anchoa. Así que apreté el botón y le dije:
Prip! -Le preguntaba por qué no vino acá, al puesto de observación, como habíamos quedado
Prip! -Quédese tranquilo, tordo. desde acá tengo un panorama más amplio.
Prip! -¿Pero dónde caracho está?
Prip! -Tengo un contacto acá en el edificio de enfrente, cruzando la avenida. El encargado me debe un par de favores
Me di vuelta, y lo vi, casi imperceptible, en la terraza. Me saludó con el brazo en alto
Prip! -Anchoa, ¿Me copia?
Prip! -¡Ja! ¡Aprende rápido!, eh?
Prip! -¡Déjese de joder, hombre! ¿Qué es lo que pìensa hacer?
Prip! -Me pareció que dos puestos de observación son mejor que uno. Usted observa de cerca, y yo veo el cuadro general.

La llovizna no aflojaba, y ya era casi el mediodía

Prip! -¡Tordo!
Prip! -Lo copio
Prip! -Atento. Empieza el show

- CONTINUARÁ -

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10 comentarios:

  1. Muy bueno Doc, me encanta el epigrafe del comienzo y la introducción de Federico Pernoglio es lo más, muy bueno, siga adelante que está bárbaro.

    Un abrazo
    Pie Acentuado.

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  2. Muchas gracias, señor Anónimo Acentuado! El número de expediente del cartel tampoco es casualidad...

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  3. Intrigad@s, seguimis este folletín con la familia. Ya estamos organizad@s. Así que leemo un renglón cada un@ para que resulte más ameno.
    Poseída por la historia, sigo obligada a recomendarle, Doctor, que no se deje manejar por ese par de malandras. ¡A ver si se me resfría o, lo que anota en la libretita sirve para que lo acusen de alguna fechoría!!!
    (Use una sevilleta)

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  4. Alicia: Ya no sé más en quién confiar. Encima apareció Pernoglio, que parece que es amigo de Acentuado y de 1238 tipos más...

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  5. prip!
    perfecto
    relato
    intrigante
    prosa.
    Si bien la función ya empezó, no es tarde para ponerse al día!

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  6. Amigo Agustin:
    Muchas gracias por su comentario!

    prip!
    procuraré
    robustecer
    impresión
    provocada

    Me copió?

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  7. Gracias a su comentario llego a su blog, ¡que bueno! me encantó.
    Coincido con Agustín, que buen trabajo de la intriga.
    saludos

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  8. Se hacen las 00:00 del domingo y es inevitable darse una vuelta por el bar de Lacroze, que es donde está la acción.

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  9. Oiga, doc... si usted supiera las veces que pasé por los bares de Tribunales en días de lluvia, y pensé que no estaría mal tomarse un cafecito en las mesas de afuera... si tuviera paraguas!

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  10. Si bien llego en el Capitulo 14, éste habla bien de Ud. por sí solo!!
    Buen punto amigándose rápidamente con las nuevas tecnologías, poniendole el paraguas a la lluvia y sentándose donde le es más conveniente.
    Por último, hace muy bien en no confiar en nadie. Chapeau, Doc! Me voy a leer adentro que está por largarse!
    María

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