"En general, nada es lo que parece" (A. N. Choa)

domingo, 22 de mayo de 2011

12 - Pistas y observaciones



-¡Ey! ¡Tordo! ¿Qué le pasa? ¡Está pálido!

Anchoa se me había sentado enfrente sin que me diera cuenta. Yo me había quedado como atontado con la servilleta en la mano

No me salían las palabras, así que solamente atiné a mirarlo a los ojos y deslizarle la servilleta boca abajo sobre la mesa, repitiendo el gesto con el que él me había entregado su tarjeta aquella vez para develarme su verdadera identidad
La recogió con un movimiento nervioso, leyó la frase, y luego de mirar rápidamente hacia todos lados, me dijo:
-Debe estar metido en un problema bastante pesado, como para tener que pedir ayuda por escrito

Carraspeé un par de veces como para aclarar la garganta, pero igualmente me salió una voz ridículamente aguda que me hizo acordar a la de Pilín:
-No lo escribí yo
-¿Y quién lo escribió, entonces?
-Svebor
-¿El cocinero?
-Sí
-¡Pero si el tipo no caza una pepa del idioma español, y menos para escribir! ¿Cómo sabe que fue él?
-Me vino adentro del sandwich (ya la voz se me iba normalizando, y me salían frases un poco más largas)

Se echó un poco hacia atrás, entrecerró los ojos de suricata, y tras pensar un par de segundos me preguntó:
-El sandwich, ¿Se lo trajo él hasta la mesa?
-No, ¿No vio que nunca sale de la cocina?
-Salvo el día que lo quiso machacar
-Usted no pierde oportunidad de recordármelo, eh?. Encima, con su brillante idea de las frases traducidas al croata, si no me retiro de la cocina a tiempo, en este momento creo que tendría la cuchilla ensartada en el cuello.
Me pareció que trataba de disimular una sonrisa.
-¿Usted está seguro que pronunció bien cuando le conversó?
-¡Por supuesto! ¡Siempre tuve facilidad para la fonética!
-No se lo discuto, pero nos estamos dispersando. Volvamos al tema de la servilleta. Todavía no me dijo quién le trajo el sandwich
-La piba, Candela
-Entonces ya tenemos tres sospechosos de ser los autores del anónimo
-¿Cómo tres? Acabamos de nombrar al cocinero y a la camarera...
-Dígame, usted que se pasa horas en el bar: ¿No observó cómo es el procedimiento? Cuando el croata se asoma por el pasaplatos, ¿a quién le entrega lo que preparó? ¿al mozo?, ¿a la camarera?
-Bueno, al mozo ya no, porque desde el día del incidente no volvió a aparec...¡Me caigo y me levanto! ¡Doña Moderación! ¡El tipo le pasa los platos a ella! ¡Cualquiera de los tres puede haber puesto el papel adentro del sandwich!
-¡Muy bien! ¡Veo que va adquiriendo olfato de sabueso!, me dijo socarronamente, mientras le pegaba un mordiscón a mi especial de crudo y manteca
-Cómaselo todo, yo no tengo hambre, lo pedí para salir del paso.
-Gracias. Usted tómese la cerveza antes de que se le caliente

Me mandé el resto del porrón de dos tragos, mientras trataba de ordenar mis ideas
-Ahora, independientemente de quién haya sido el que escribió eso en la servilleta, ¿Qué tipo de ayuda será la que necesita? ¿Ayuda para defenderse de quién? ¿O de qué?

Mientras pensaba en voz alta, me dí cuenta de que Anchoa me miraba con satisfacción, con una expresión como la del maestro que se enorgullece de su discípulo
-¿Vio, tordo? Su mente ya está laburando como la de un verdadero investigador: para cada pista nueva que se le pone enfrente, le surgen un montón de preguntas
-Sí, claro. El problema es que hasta ahora lo único que tengo son preguntas
-Por algo se empieza, si seguimos investigando, van a ir apareciendo las respuestas
-¡Y dale con el berretín de querer meterme a mí en una película de detectives! Ya le dije que yo únicamente tengo cierta curiosidad por algunas cuestiones que veo que pasan en este bar. Sólo que a veces me dejo llevar y me engancho con las pavadas que usted me propone, como pretender conversarle al croata, por ejemplo.
-Pero fíjese que inmediatamente después de su intento, le mandaron el anónimo adentro del sandwich.
-¿Usted dice que alguno de los tres se dio cuenta de que yo me avivé de que acá pasan cosas extrañas, y por eso se animó a pedir ayuda?
-Típico: Acción, Reacción

No me quedaba claro si este Anchoa (¿El detective Choa? ¿El agente Alfredo Naum?), era un profesional que tenía las cosas absolutamente claras, y estaba siguiendo un plan preconcebido con el objetivo de develar quién sabe qué misterio, y entonces lo de mandarme al frente con el cocinero había sido una maniobra para generar una reacción, que bien podría haber sido la aparición del anónimo, o si en realidad era un delirante que se estaba divirtiendo a costa mía. Pero había algo en su actitud permanentemente alerta, y en su capacidad de observación, que me hacían inclinar más por la primera opción.

-Mire, tordo. Acá tenemos vistas varias cosas por lo menos llamativas, si las analizamos cada una por separado
-Ajá
-Por un lado, las luces que cada tanto se ven por el hueco de la escalera
-Así es
-También la música, y ese olor raro
-Lo sigo
-Después, la actitud que adoptan los que trabajan acá en el momento en que todo eso se detiene
-Sí. Quedan como hipnotizados, ya le dije que a mí también me llamó la atención
-Además, toda esa gente que vimos salir por la puerta celeste
-¡Tiene razón! ¡Y justo después salió Orellana, como a escondidas!
-Efectivamente
-Lo que tenemos que hacer, es averiguar qué relación hay entre todos esos hechos
-¡Casi nada! No se me ocurre ni por dónde empezar
-Bueno, lo que uno hace en estos casos, es sistematizar la observación, y, en principio, ver si se pude establecer una relación temporal, una secuencia que los conecte

Para mi gusto, ya se estaba poniendo un poco pedante, pero no podía dejar de seguirle el razonamiento
-Puede ser, pero lo de las luces pasa adentro del local, más bien al fondo, y lo de la gente saliendo lo vimos desde la frutería
-Va bien, tordo, va bien. Entonces, lo que tenemos que hacer es ubicarnos en un puesto de observación que nos permita abarcar ambos escenarios a la vez
-¡Y ese puesto tiene que ser una de las mesas de acá, de la vereda! le contesté, estúpidamente orgulloso por la conclusión que había sacado, llevado prácticamente de la mano por él

No me respondió, porque ya estaba mirando hacia la mitad de la avenida
-¡Gordo! ¿Lo alcanzaste?

Pilín venía resoplando como un búfalo, empapado en sudor, enarbolando en alto el salamín, como un guerrero que regresa del campo de batalla tras haber recuperado el estandarte de manos del enemigo

- CONTINUARÁ -
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2 comentarios:

  1. Vea, Doctor: Dejé su lectura para lá última actividad del día. No ya para disfrutarla sino para advertirle.
    Yo fui asidua concurrente al bar Lacroze, tomaba un yogurcito antes de entrar a la oficina y fumarme un cigarrillo (sabe que allí no se respetan las normas de urbanidad) Como le decía... notaba que, en algo turbio andaban tanto Moderación como sus empleados. Un consejo sincero: Usted siga yendo, observe, escriba pero no se involucre. Le paso un dato "de onda": Detrás del mostrador, abajo, hay una tapa en el piso. cualquiera pensaría que es un depósito (ya sabemos que, el edificio, es centenario)Pero observe quiénes entran allí, a qué horas, en fin todo lo que pueda. Notará que Doña Moderación se agacha pero desaparece por un tiempo. ¡Y no es para que se le deshinchen las piernas! Averigüe, Doc. yo sé lo que le digo...

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  2. Uy! Qué datos me está aportando! Sospecho que la cosa se va a ir complicando cada vez más
    Muchas gracias!

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